Una de las premisas de un buen estilismo es adecuardo al momento. No sirve que llegue diciembre y saquemos los brillos a granel hasta convertirnos en un árbol de Navidad. Hay que tener en cuenta:
la hora, porque la luz puede intensificar -e incluso distorsionar- detalles, colores y texturas;
el tiempo que vamos a estar, para prever si pasaremos frío o calor;
saber si será de pie o sentadas, para elegir bien el calzado.
Y, desde luego, el código social: una cosa es tomar un pincho al salir de la ofi y otra es un plan de teatro y cena.
Pero, sobre todo y como siempre, mesura: no saltar del chándal a las lentejuelas–femme fatale de manera que el grupo del gym no nos reconozca en la copa de Navidad.
Muchísimas gracias a @lydiajanetomlinson por inspirarnos.
Esperamos que os guste,💕